Alberto estaba en el cementerio, solo, cerca del ataúd de su hermana. Cancro. Ella era la última persona cerca de él. En el camino de casa el pasaba por los coches, personas, tiendas, casas, predios; pero no los apercibía, eran solo formas, masas amorfas sin sentido intrínseco. Paró de pensar, solo andaba, comía, analizaba las finanzas de otras personas. Cuando volvía a su casa, vía las noticias: amenazas de guerra, un país infringía derechos humanos, otro puso sanciones, debates en el Congreso sobre la retirada de tropas, un senador hablando en a favor de protecciones para comunidades LGBT, otro congresista argumentando que protecciones contra el calentamiento global dañarían su comunidad, una película recibió dos indicaciones al Oscar. Cuando iba para su cama, sus memorias de Irak eran más frecuentes que cualquier otra cosa, al contrario de lo que había dicho a su hermana, nunca las había superado. Todas sus memorias, realizaciones sobre el mundo, dolores y sedaciones se acumul